Cendal de luz, pequeño espacio,
menguando lo que queda tras la bruma,
queda el sol enmarañado en el albor,
en la mezcla de las nubes y la espuma.
Se derrama la luz en el paisaje;
por el agua un sauce astillado le hiere.
Se pinta de rojo el ocaso, rosa y púrpura,
y a tu faz regala un beso y muere.
Gracias, Bécquer.
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