Qué silencio que me llena, tan plagado de ortigas,
que en una espina despierta y en otra al hablar suspira.
Cuando los bosques de aquella pasión postrera
bruñen los oros en el recuerdo
de aquel valle primaveral que viste,
ay, tan triste,
su ropaje de entierro.
Para ti.
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1 comentario:
¿Para mí?
Muchas gracias... usted como siempre, tan galante ;)
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